Lo primero que hicimos fue subir al autocar que nos llevaría directos al aula de la naturaleza, una vez allí, entre canciones y charlas, caminamos un poco y nos encontramos con el que sería nuestro guía, Carlos: una persona muy agradable que rápidamente congenió con nosotros.
Carlos nos explicó cómo iba a ser nuestra pequeña caminata por el monte, nos contó que teníamos que guardar el máximo silencio posible para que pudiésemos ver algún animal y que no se asustasen (no lo logramos, el silencio que somos capaces de producir no debió ser suficiente para atraer a los animalillos).
Aprendimos un montón de cosas sobre árboles, bosques y huellas de zorros pero sin duda lo más espectacular, lo que más nos llamó la atención y que recordaremos siempre fue cuando subimos a una pequeña colina y divisamos todo el horizonte. ¡Fue maravilloso!
Éstas son algunas de las fotos que sacamos ese día.
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